miércoles, 9 de abril de 2014

LA OVEJITA QUE VINO A CENAR, de Steve Smallman. Ilustra: Joelle Dreidemy. Editorial Beascoa. ISMN: 978-84-488-2454-9

En las primeras páginas vemos a un Lobo preparar su cena, ya nos sorprendemos cuando sabemos lo que está cocinando: ¡sopa de verduras!. A él le gustaría cenar estofado, pero no tiene carne así que tiene que conformarse con eso... De repente alguien toca a la puerta y cuando abre, no se lo puede creer; es una ovejita la que quiere entrar en su casa, porque fuera está nevando y hace mucho frío.
- "¿Puedo pasar, por favor? aquí fuera hace mucho frío.
- Claaaro ovejita, pasa, pasa. Llegas justo a tiempo para cenar".

Ni qué decir que el Lobo la invita a pasar amablemente, mostrando su sonrisa lobuna y pensando que esa noche va a poder cenar su comida preferida: estofado de oveja.


Algo que en principio le parece muy fácil, como es el hecho de comerse a una ovejita, se va complicando cuando ve que la oveja está muerta de frío: -"¡Santo cielo! no puedo comerme a una ovejita que esté helada. ¡Odio la comida fría!", entonces decide darle calor. Después a la oveja le suenan las tripas, del hambre que tiene, y el Lobo pospone otra vez su decisión de comérsela: -"¡Santo cielo! no puedo comerme una ovejita a la que le suenan las tripas. ¡Podría tener una indigestión!. Así hasta en dos ocasiones más, en las que el Lobo busca excusas para no comerse a la oveja, porque se ha conmovido con este animalito indefenso, que tiene frío, hambre, hipo, ronca como un oso, y que está tan necesitada de cariño como él.

La gota que colma el vaso es el beso sonoro que la oveja da al Lobo, entonces él se enfada, la echa de casa para no comérsela (no sin antes ponerle un jersey) canta y se tapa las orejas para no oírla (porque la oveja le suplica que le deje entrar)... hasta que sólo se escucha el silencio de la noche. Otra vez está sólo ¿os imagináis qué hará el Lobo?

La historia es divertidísima, rompe con el estereotipo del lobo malo malísimo, y nos enseña que podemos encontrar amigos-as donde menos lo esperamos. En el texto se incluyen onomatopeyas y repeticiones en los diálogos, lo que permite a los niños participar en la narración de la historia. Y qué decir de las ilustraciones, estos dos personajes son muy expresivos; vale la pena quedarse con los detalles, como las zapatillas de deporte que calza la oveja, y el jersey y los calcetines a rayas del Lobo.





martes, 8 de abril de 2014

UN CAMALEÓN EN LA ESCUELA DE LOS GATOS, de Roberto Aliaga. Ilustra Roger Olmos. Ediciones Edebé. ISBN: 978-84-683-0012-2

¿Podemos dejar de ser quienes somos? ¿y por qué hacerlo? cada uno tiene su luz propia, su identidad, y es en las diferencias donde encontramos nuestro yo, esa parte que a veces queremos transformar para parecernos a otros. Esta simpática historia nos cuenta que aunque nos disfracemos, e intentemos imitar a otras personas, la mejor opción es aceptarse tal y como somos.


Esto es lo que le ocurre a Vito, un camaleón al que su madre lo matricula en la escuela de los gatos, ¿y por qué? pues porque según ella los gatos son animales muy guapos y elegantes; Vito tendrá que aprender a ser gato, porque su madre no quiere que sea "un camaleón encorvado, dedicado a sacar la lengua a cada momento..."

El pobre Vito lo intenta con resignación; cada día recibe clases para poder ser gato. En la escuela le enseñan a mover los bigotes (que no tiene) las orejas (tampoco tiene)... es inútil, Vito regresa frustrado a su casa, porque no consigue parecerse a un gato, aún así Mamá Camaleona seguirá empecinada en conseguirlo y ayudará a su hijo a su manera, con toda la buena intención del mundo, eso si, pero sin obtener un buen resultado.

En el desenlace de la historia veremos a Vito con bigotes postizos, orejas de cartón, cola peluda, pero siendo más camaleón que nunca y eso es lo que le salvará de un buen aprieto.

El texto está escrito con letra manuscrita, lo que favorece la iniciación a la lectura. Y qué decir de las ilustraciones, que arrancarán más de una sonrisa al ver al pobre Vito disfrazado de gato.