Este pequeño álbum nos muestra el lado bueno de la soledad. Pese a que las acepciones de esta palabra casi siempre nos lleven a pensar en este estado como algo negativo, la autora logra transmitir sensaciones y sentimientos positivos relacionados con la carencia de compañía.
Utilizando un lenguaje poético y claro, asocia la soledad con la tranquilidad, creatividad, reflexión y bienestar. A ello contribuyen los dibujos de Fatti (figuras en blanco y negro con fondos en color) que crean un ambiente acogedor en torno a las vivencias de la protagonista, nos ayudan a interpretarlas y aportan calidez al texto.
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Desde luego se trata de una soledad elegida, que proporciona agradables y enriquecedoras experiencias personales. Así nos lo da a entender la autora con la primera frase de la historia: "Hay ratitos en que me gusta estar sola..."; leyendo esto ya podemos ser cómplices de esta niña, que nos deja ver su mundo interior, compartiendo con el lector sus pequeñas soledades. La protagonista nos cuenta, en primera persona, lo que puede hacer cuando no tiene compañía, ofreciéndonos distintas situaciones entre las que posiblemente nos identifiquemos.
"... porque sólo estando sola persigo las libélulas para preguntarles cuál es su flor predilecta".
"... porque sólo estando sola escucho los secretos de los dibujos; y, si están tristes, los coloreo".
Son tan necesarios esos momentos para liberar la imaginación, contemplar la naturaleza, escuchar música, dibujar, escribir, estar en silencio... Estando en soledad es posible percibir y sentir con mayor libertad e intensidad, y después "... cuando estoy en compañía, puedo compartir lo que sentía...".
